¡Basta de sacar cadáveres de la tierra! ¡Llamemos a la lluvia para que fecunde nuevamente la tierra cansada!
Imágenes del cuerpo
Hace años que escribo la historia del sexo, la muerte y los sentidos. Pero también se puede escribir con imágenes, esa otra forma de la palabra. Éste el propósito de este blog: componer, imagen tras imagen, una historia del cuerpo. Ahora, si de historias con lupa se trata, hay otra opción: www.historiasconlupa.blogspot.com
jueves, 9 de marzo de 2023
Resurrección
¡Basta de sacar cadáveres de la tierra! ¡Llamemos a la lluvia para que fecunde nuevamente la tierra cansada!
miércoles, 30 de noviembre de 2022
Vándalos
La Muerte mira la vida con las cuencas vacías de los ojos. Los que están vivos cierran los ojos, quizá para no mirar su destino inevitable. Al costado, una mujer de labios rojos. El erotismo es, acaso, lo único que juega a la vida y a la muerte a la vez.
Pero no se la puede ver. Dos jóvenes arrojaron sobre la alegoría de Klimt un líquido negro, un remedo de petróleo. Son activistas ambientales que protestan contra la explotación de combustibles fósiles.
El reclamo es más que justo. Los capitostes de los países centrales no están dispuestos a limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. El planeta se suicida.
Los atentados contra las obras de artes tienen el propósito de romper ese negacionismo planetario. Lástima que el procedimiento esté equivocado.
Alguien dijo, con razón, que quieren comunicar la emergencia climática. Pero sólo comunican que arruinan obras de arte. Van Gogh, Vermeer, Monet y ahora Klimt.
-La Muerte nos mira –parecen decir-. Somos la vida.
Pero la tapan, la vandalizan. Eso es, en definitiva, lo que queda en el inconciente colectivo. Un acto violento, autoritario.
sábado, 4 de diciembre de 2021
El perro
sábado, 31 de julio de 2021
El gesto de van Gogh
Uno viene recorriendo la National Gallery. En cualquier galería, dobla distraídamente a la izquierda. Y, de pronto, un relámpago.
Uno queda deslumbrado, aturdido.
No puede ser, piensa. Si he visto esos mismos girasoles en miles de láminas. Ni
siquiera me gustaban demasiado. Y ahora… Ahora, el aura.
En este lienzo hay un aliento, un
impulso vital. Como una brisa suave. Es el aura. Está en el óleo espeso. En
cada pincelada, especialmente en esas pequeñas pinceladas blancas que muestran
el brillo fugaz del jarrón.
Claro, las pinceladas son la
huella matérica de van Gogh. El cuerpo mismo de van Gogh.
En ellas hay también una
desesperación por atrapar la fugacidad de la vida. Van Gogh quería decorar su
casa para recibir a su amigo Gauguin. Entonces se propuso un plan:
Pintaré una docena de cuadros –dijo-. El conjunto
es una sinfonía en azul y amarillo. Trabajo todos los días desde que sale el
sol. Porque las flores se marchitan enseguida y hay que pintarlo todo de una
vez.
Antes de que se marchitaran.
No se marchitaron. El aura es inmortal.
Esa brisa suave desde el lienzo desaparece
en las infinitas reproducciones de Los Girasoles, como decía Walter Benjamin. Hubiera
dicho lo mismo de las visitas virtuales a los museos, bienintencionadas pero incapaces
de sustituir la experiencia de intuir que, en cada pincelada, está el gesto de
la mano de Van Gogh.
Still Life. Vase with fourteen sunflowers, Vincent van Gogh, 1888. National
Gallery, Londres
miércoles, 19 de mayo de 2021
La mirada a lo lejos
Carlo Guinzburg (el de El queso y los gusanos) dice que las batallas, las catástrofes colectivas como ésta, son invisibles. Para representarlas hay que elegir un punto de vista altísimo y lejano, algo así como un águila en vuelo. Entonces sí esta coreografía consternada. Entonces sí esta imagen que podría haber pintado Brueghel: homúnculos definidos con pocas pinceladas de colores, tierra roja de los terraplenes.
Hay que elegir, diría Guinzburg: la mirada de cerca permite captar algo que escapa a la visión de conjunto, y viceversa.
Si uno acercara la lente, podría ver que algunas de esas
figuritas sin nombre son chicos no acompañados en busca de un horizonte -que,
en la imagen, precisamente, no existe-. Un horror.
jueves, 31 de diciembre de 2020
El cuerpo es uno
Hace un año, alguien hizo sopa de murciélago y se la comió. El quiróptero estaba fresco, acababan de matarlo en un puesto del mercado al aire libre; esos que llaman mercados mojados por la costumbre de limpiar inundando el suelo con agua.
Y ocurrió lo que ocurrió. Los efectos de aquella sopa se expresaron en Buenos Aires, a 19.186 kilómetros de Wuhan, China.
A los matemáticos no les extrañó. Hace rato que saben que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo. Lo dicho: de aquella sopa, estos vómitos.
Allá por los 70, en Woodstock se cantaba: We are stardust. El 73 por ciento de los átomos de nuestro cuerpo proviene de la explosión de estrellas. Somos polvo de estrellas.
Recién ahora nos damos cuenta de que ese origen estelar coincide, en el siglo XXI, con la ineludible globalización del cuerpo.
“El coronavirus es un producto de la mundialización”, sostiene el filósofo Jean Luc Nancy. No hay fronteras para el virus. Se aprovecha de que un wuhanés está vinculado con un porteño a través de una red poco menos que infinita de interconexiones. Incluso biológicas. No otra cosa es la globalización.
De modo que aprendimos algo de la peste: el cuerpo es uno (Corintios, 12:12).
lunes, 7 de diciembre de 2020
Mr. Celofán
Se maquilló para salir a escena. Se puso la vieja pechera sobre la camiseta raída. Calzó zapatos de clown, como para decirnos que su gracia está en equivocarse torpemente. Como hacen los clowns, como hacemos nosotros.
Y canta:
Celofán, Mister Celofán,
debería haber sido mi nombre.
Mister Celofán
porque usted puede mirar a través de mí.
Camina junto a mí
y nunca se sabe que estoy ahí.
Digo ya
celofán.
Mister Celofán
debería haber sido mi nombre
Mister Celofán
porque usted puede mirar a través de mí
Camina junto a mí
y nunca se sabe que estoy ahí
Es el Mr. Celofán de Chicago, la comedia de musical que critica la corrupción judicial.
Mr. Celofán, como todos nosotros, necesita de la mirada de los Otros. Sin ella desaparece. Se hace invisible. Se puede mirar a través de él. Como el celofán.