miércoles, 25 de diciembre de 2019

El color del tiempo ido



                                          Norah Borges, Vieja quinta, 1966. Museo de Arte de Tigre

Son los colores del tiempo ido. Suaves, pálidos.
La muchacha del cuerpo redondeado tiene los mismos colores. Ondula sobre ese diván improbable. Los ojos grandes, como los de Spilimbergo. Las manos con frutos (¿los frutos de su cuerpo ofrecido?). 
La luz es una franja que cruza la imagen en diagonal para iluminar a la muchacha. Pero esa luz no es la de la galería, exactamente inversa. Esto sólo es posible en la memoria, donde la ilógica no es extraña. 
La muchacha parece ser Norah en la quinta ya ida de Adrogué. 
Cándida, Norah, Pero no tonta. Su hermano Jorge Luis Borges la envidiaba secretamente porque ella dijo una frase que él nunca pudo superar: “Los niños son anteriores al cristianismo”.