Sueño misericordioso (Piedad V), Jan Fabre, 2011 |
Los artistas siguen tratando de representar lo irrepresentable.
Representar es hacer presente algo en la imaginación con palabras o imágenes que lo sustituyen. Lo que supone conocer ese algo que se quiere representar. Pero la muerte es incognoscible. Hay que morir para conocerla y entonces no se puede conocer. La muerte, en fin, no tiene (no puede tener, nombre.
De todos modos, acaso eso sea el arte: el intento obstinado de decir lo innombrable, lo indecible.
Como fuere, en la Bienal de Venecia el escultor Jan Fabre presenta una versión de La Pietá. María tiene el rostro descarnado de la muerte. Y Cristo, que reproduce las facciones del propio artista, es un cuerpo en descomposición.
Los gusanos se anuncian. El más allá es el acá de los esqueletos. Fabre muestra carne corrompida donde no debería haber más que gloria.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.