Cravatta, Domenico Gnoli, 1969
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El tipo, evidentemente, es miope. Se
acercó al nudo de la corbata (ni siquiera a la corbata, sino al nudo, apenas), la
nariz pegada al nudo de la corbata. Ahora la ve grande, como ampliada. De seda,
la corbata.
Si uno lo piensa bien, nacen las
dudas. ¿El tipo mira su propia corbata en el espejo, olisqueando la fría luna inodora? ¿O es la corbata de otro, entonces él la mira? ¿Es la corbata de la
complacencia cuando uno se mira? ¿O la mirada que escudriña, no sea cosa que no
sea de seda?
De modo que vacilamos. Cuando las
cosas se ponen hiperrealistas (más bien, sobrerrealistas), vacilamos. Domenico Gnoli
(1933/1970) pinta lo que no pinta.
Porque de tanto exceso de realidad
en este nudo simple de corbata se produce algo metafísico. Metafísico en un
sentido lato: lo que está más allá de lo físico. ¿En esta imagen no hay como un
misterio del más allá del nudo de la corbata? ¿Este fragmento detalladísimo de
cuerpo no alude al cuerpo mismo? ¿Quizá al cuerpo fragmentado de los años 60,
cuando se usaban esas corbatas de seda aburrida?