lunes, 9 de enero de 2017

No hay camino



Las huellas de los pies son la señal de una ausencia, la ausencia de un cuerpo que pasó.
Pero los pies portan esas huellas. El camino ha dejado sus marcas en ellos. Es el polvo del camino. Es la piel encallecida de las plantas. Son las venas rotas del camino. 
De modo que andar por el mundo es llevar las huellas del mundo, una memoria, en los pies. En el cuerpo. Esas huellas son testimonio del peregrinaje que hacemos llevados por el deseo o la fe o, a veces, el mero empecinamiento.
Estos son los pies del peregrino que pintó Caravaggio en La madonna dei pellegrini. Son el fundamento de esa imagen maravillosa. No sólo porque están en primer plano. Sino porque hay en ella una intencionalidad clara. El cuadro está organizado alrededor de un eje: la línea oblicua que nace de la cabeza del Jesús niño y concluye en el pie derecho del peregrino. La mirada no tiene más remedio que converger sobre el cansancio de esos pies. 
Éste es el escándalo de esta imagen. Los pies sucios y su historia de huellas.
 











 




La madonna dei pellegrini o di Loreto, Michelangelo Merisi da Caravaggio,circa 1603. Sant'Agostino, Campo di Marzio, Roma.




 


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