miércoles, 22 de febrero de 2017

Cosquillas

Madonna del solletico, Masaccio, 1426-1427. Fragmento. Galleria degli Uffizi, Florencia, Italia.
El bebé se ríe. Se desternilla de risa. Le da risa que la mamá le roce el cuello, ese cuello con papada de bebé. Se carcajea como hacen los bebitos después de la teta. 
Se defiende divertidamente de las cosquillas: con las dos manitas le toma la mano a la mamá. Es tan divertido que no tienen importancia las aureolas doradas, el fondo de oro que el tiempo cuarteará inevitablemente.
La Madonna de las cosquillas es deliciosa. Y rara. Hay algunos Niños que juguetean con pájaros, que juegan con Bautista también niño. Pero nada como esta madonna, en la que el Niño ríe. 
Ríe porque la mamá le hace cosquillas. Porque la mamá, amorosamente, provoca la primera sonrisa. No es todavía el tiempo de la palabra. Es el tiempo del tocar íntimo que desata la sonrisa involuntaria. Es el momento en que la mamá abre el mundo del niño con una sonrisa.