miércoles, 18 de enero de 2012

En el estribo

Exclusión, Pablo Suárez, 1999
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires

Pánico. Eso es lo que tiene. Se quedó afuera, aferrado desesperadamente a los pasamanos. Está como crucificado, Cristo de jeans celestes. El viento de la velocidad mortifica el torso desnudo quién sabe por qué.
Es una criatura de Pablo Suárez. El de los hombres que se cuecen en el guiso, el de los boxeadores derrotados antes de subir al ring. Esos hombrecitos de resina son increíblemente reales pese a la parodia, al grotesco. Son, diría uno, textos con forma de escultura.
El texto, aquí, dice la exclusión. En los años sesenta, la gente viajaba en el estribo de los colectivos, como racimos locos. Estaba el sudor de los de adentro y el miedo (o la inconciencia) de los de afuera. Sólo que, después de unas paradas, los que estaban afuera subían.
Ahora también se viaja en el estribo. Pero es una puerta que se cierra automáticamente, una tecnología modesta, la que deja afuera. La exclusión de los cuerpos. Pero también el riesgo. El vértigo de los andenes y los puentes que pasan; que pasan y amenazan las piernas, el torso, las manos aferradas a los pasamanos.