Le déjeneur sur l’herbe según Milo Manara
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Es antes del almuerzo. El bosque es el mismo, cerca de
Argenteuil; se oye el murmullo cercano del Sena. Ahí están Gustave y Ferdinand, como
siempre. Sólo que ahora también hay otro hombre, con unos bocetos en la mano.
Quizá el propio Édouard Manet. Casi todo lo demás es una cita de Le déjeneur sur l’herbe, su obra emblemática
porque allí muestra un desnudo en un contexto inesperado.
La inclusión de Manet no es la diferencia más radical de
esta cita. El pintor ya estaba en su obra, lo único que hace Milo es hacerlo
visible. La gran novedad ahora es la representación del cuerpo femenino.
Victorine ya no nos mira. No necesita nuestra mirada para confirmarse. Camina,
esbelta, rítmica. La cabeza levemente inclinada hacia Édouard, que a su vez la
mira.
Quién sabe por qué Le
déjeneur sur l’herbe, de Édouard Manet, es un ícono de la modernidad. Los
íconos se repiten, pero se resisten a ceder su misterio. En 1865, Claude Monet
hizo una pobre versión. En 1961, Pablo Picasso trató de atrapar el signo en
veintisiete pinturas y más de cien dibujos; no lo logró. Hasta Matt Groening
hizo una réplica con los Simpson.
El que estuvo más cerca fue el historietista Milo Manara
(Bolzano, Italia, 1945). El maestro del comic
dice que lo más difícil de dibujar en una mujer desnuda es la mirada. La mirada
de Victorine desnuda está en los ojos de Édourd Manet. No por acaso.