miércoles, 14 de noviembre de 2012

La mirada de Victorine

Le déjeneur sur l’herbe según Milo Manara

Es antes del almuerzo. El bosque es el mismo, cerca de Argenteuil; se oye el murmullo cercano del Sena. Ahí están Gustave y Ferdinand, como siempre. Sólo que ahora también hay otro hombre, con unos bocetos en la mano. Quizá el propio Édouard Manet. Casi todo lo demás es una cita de Le déjeneur sur l’herbe, su obra emblemática porque allí muestra un desnudo en un contexto inesperado.
La inclusión de Manet no es la diferencia más radical de esta cita. El pintor ya estaba en su obra, lo único que hace Milo es hacerlo visible. La gran novedad ahora es la representación del cuerpo femenino. Victorine ya no nos mira. No necesita nuestra mirada para confirmarse. Camina, esbelta, rítmica. La cabeza levemente inclinada hacia Édouard, que a su vez la mira.
Quién sabe por qué Le déjeneur sur l’herbe, de Édouard Manet, es un ícono de la modernidad. Los íconos se repiten, pero se resisten a ceder su misterio. En 1865, Claude Monet hizo una pobre versión. En 1961, Pablo Picasso trató de atrapar el signo en veintisiete pinturas y más de cien dibujos; no lo logró. Hasta Matt Groening hizo una réplica con los Simpson.
El que estuvo más cerca fue el historietista Milo Manara (Bolzano, Italia, 1945). El maestro del comic dice que lo más difícil de dibujar en una mujer desnuda es la mirada. La mirada de Victorine desnuda está en los ojos de Édourd Manet. No por acaso.