Macanudo (fragmento), Liniers, La Nación, marzo 5, 2013 |
El dibujo interpela desde la ingenuidad devastadora de un
chico de pantalones cortos y anteojos nada miopes. La sabiduría es un pájaro en la cabeza, declarará el dibujante en
otra viñeta. El pajarito, el alter ego, empolla ideas en la cabeza nido hecho
de flequillo.
“Estamos solos adentro nuestro pero rodeados por afuera”,
dice el pajarito, dice Liniers (Ricardo Siri, Buenos Aires, 1973), que lo
dibuja. Es la concepción moderna del cuerpo en la cual la piel es la frontera
entre el adentro y el afuera, entre el sujeto y lo otro.
No siempre fue así. Hubo una época en la que el cuerpo
estaba hecho de la misma carne que el mundo. David Le Breton cuenta cómo. En la
cultura kanaka, un pueblo autóctono de la Oceanía, el cuerpo toma las
categorías del reino vegetal. La piel es lo mismo que la corteza de los
árboles. Los intestinos son lianas. Un niño desnutrido “crece amarillo”, como
una raíz sin savia. El cuerpo se confunde con la naturaleza.
Después vinieron las fronteras. Lo primero fue la
desacralización del cuerpo. Más tarde, la individualización; la ruptura con los
otros y hasta consigo mismo. Desde entonces se tiene un cuerpo, no se es un
cuerpo.
Ahora somos lo único que está del lado de adentro mío, como dice el pajarito melancólicamente. Por eso nos sentimos solos.
Ahora somos lo único que está del lado de adentro mío, como dice el pajarito melancólicamente. Por eso nos sentimos solos.