miércoles, 22 de mayo de 2013

El amor después del trabajo

De la serie Los amantes, Ricardo Carpani, circa 1975
Son cuerpos que se funden, metal a metal, músculo a músculo. Tienen los nudillos ásperos, los dedos gruesos de martillos y de tornos. Son un bloque de acero enamorado.
Cualquiera diría que a los cuerpos endurecidos por el trabajo les es difícil el amor suave. Pero no. Aun el pezón metálico de ella está empinado de amor.
Curiosamente, estos cuerpos evocan las figuras de mármol que Miguel Ángel talló para la capilla florentina de los Medici; los muslos fuertes, tensos; los brazos membrudos.
Se podrá decir que Miguel Ángel talló divinidades en cuyos cuerpos inmortales se jugaban el Caos y el Cosmos, el desorden y el orden, la vida y la muerte. La Aurora y el Crepúsculo, se llaman. ¿Pero acaso estos cuerpos proletarios no hablan de lo mismo? ¿No son éstos dos bloques que pugnan por ser uno?
Ricardo Carpani (1930/1997) pintaba cuerpos monumentales, heroicos. Músculos, tendones, cartílagos que anunciaban epopeyas. Como la epopeya del trabajo y del amor.