Éxodo, Raquel Forner, 1940 -serie "El drama",
Fundación Forner-Bigatti
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La mujer de grandes ojos fijos tiende su mano obrera a otra mano. Esa
otra mano está atravesada por un balazo, que bien podría ser el estigma de la
crucifixión. ¿Acaso los balazos de la guerra no son como estigmas?
Arriba, cuatro mujeres claman al cielo. El cielo no responde. De todos
modos es un sinsentido: la luna turbia (a la izquierda) ilumina las nubes que
el sol, al mismo tiempo, oscurece. Lo único claro, indudable, son los
paracaídas que vienen con su semilla de muerte.
A un costado, una mujer muestra los pechos inútiles porque su hijo ha
muerto. Es otra figura de los vientres vacantes que deja la guerra.
Éxodo es la imagen de la Apocalipsis, un anuncio
del fin de los tiempos. Es la catástrofe de la Segunda Guerra del mundo, que
alterará para siempre el orden de las cosas.
Desde 1936, cuando estalla la Guerra Civil Española, Raquel Forner
(1902/1988) representa la sinrazón de las bombas y las trincheras a
través del cuerpo sacrificial de la mujer. En el fondo, siempre pinta la misma
mujer que se pregunta por qué parir, que mira asombrada cómo se pudren las mieses
en los surcos. Los colores apagados, a menudo grises, expresan justamente esa
consternación.
Gestación del
hombre nuevo,
Raquel Forner, 1980
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Hasta que, años después, el hombre pisa la Luna con sus zapatos como
coturnos. Entonces Raquel, ya sesentona larga, se enamora del espacio. Está
convencida de que ésta es otra catástrofe, algo que esta vez sí cambiará el
orden de las cosas. Cree, quiere creer, que es una oportunidad: el hombre puede
reconocer que su cuerpo es parte del universo, que está hecho de sustancia
cósmica.
La artista abandona la paleta sombría y llena sus lienzos de colores
vivaces. Y, como ya no le alcanzan aquellos cuerpos expresionistas de antes, se
acerca a los neofigurativos.
De aquella época es Gestación del
hombre nuevo, una utopía de color. El feto, pez, cuadrúpedo, hombre, rueda
por el espacio atado a un largo cordón umbilical. Todo es multicolor, sólo son
grises esas mujeres angustiadas del fondo, acaso porque presienten.
Es curioso, Raquel Forner personifica dos momentos de la historia del
cuerpo en imágenes. Al principio, representa los vientres vacíos de la guerra.
Después los vientres del espacio llenos de utopía. La utopía del hombre nuevo asesinada
por la violencia.