miércoles, 27 de junio de 2012

Un cielo sin respuestas


Éxodo, Raquel Forner, 1940 -serie "El drama", 
Fundación Forner-Bigatti

La mujer de grandes ojos fijos tiende su mano obrera a otra mano. Esa otra mano está atravesada por un balazo, que bien podría ser el estigma de la crucifixión. ¿Acaso los balazos de la guerra no son como estigmas?
Arriba, cuatro mujeres claman al cielo. El cielo no responde. De todos modos es un sinsentido: la luna turbia (a la izquierda) ilumina las nubes que el sol, al mismo tiempo, oscurece. Lo único claro, indudable, son los paracaídas que vienen con su semilla de muerte.  
A un costado, una mujer muestra los pechos inútiles porque su hijo ha muerto. Es otra figura de los vientres vacantes que deja la guerra.
Éxodo es la imagen de la Apocalipsis, un anuncio del fin de los tiempos. Es la catástrofe de la Segunda Guerra del mundo, que alterará para siempre el orden de las cosas.
Desde 1936, cuando estalla la Guerra Civil Española, Raquel Forner (1902/1988) representa la sinrazón de las bombas y las trincheras a través del cuerpo sacrificial de la mujer. En el fondo, siempre pinta la misma mujer que se pregunta por qué parir, que mira asombrada cómo se pudren las mieses en los surcos. Los colores apagados, a menudo grises, expresan justamente esa consternación.
Gestación del hombre nuevo, Raquel Forner, 1980
Hasta que, años después, el hombre pisa la Luna con sus zapatos como coturnos. Entonces Raquel, ya sesentona larga, se enamora del espacio. Está convencida de que ésta es otra catástrofe, algo que esta vez sí cambiará el orden de las cosas. Cree, quiere creer, que es una oportunidad: el hombre puede reconocer que su cuerpo es parte del universo, que está hecho de sustancia cósmica.
La artista abandona la paleta sombría y llena sus lienzos de colores vivaces. Y, como ya no le alcanzan aquellos cuerpos expresionistas de antes, se acerca a los neofigurativos.
De aquella época es Gestación del hombre nuevo, una utopía de color. El feto, pez, cuadrúpedo, hombre, rueda por el espacio atado a un largo cordón umbilical. Todo es multicolor, sólo son grises esas mujeres angustiadas del fondo, acaso porque presienten.
Es curioso, Raquel Forner personifica dos momentos de la historia del cuerpo en imágenes. Al principio, representa los vientres vacíos de la guerra. Después los vientres del espacio llenos de utopía. La utopía del hombre nuevo asesinada por la violencia.