Filosofía en el tocador, René Magritte, 1947
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¿Qué diablos es esto? Zapatos, pies, camisón, pechos. Una
imagen inestable, puesta en duda.
No caigamos en la confusión. Miremos. Un par de zapatos que,
como cualesquiera otros, tienen la forma de los pies de tanto andarlos. Pero
también dedos, pies, cuya forma repiten los semizapatos. Son
miembros-fantasmas.
También vemos pechos desnudos, recién levantados de la cama
tibia. Pero el camisón moldeado por los pechos se hace pechos, cuerpo.
Los zapatos y el camisón son falsos, inciertos, titubeantes
porque no reproducen puntualmente la realidad. La pintura está repleta de malentendidos que
abren una realidad mágica.
Los zapatos, pies, camisón, pechos son el fantasma del
cuerpo. La evocación de un cuerpo femenino, una fantasía. Un sueño diurno que
realiza, con cierta benevolencia de la censura, un deseo: mirar (es decir,
apropiarse) ese cuerpo íntimo.
Éste es el juego de René François Ghislain Magritte
(1898/1967): no pintar la realidad sino la magia de la realidad. Alguien dijo
que sus cuadros son trompe-l’œil (una
trampa para el ojo) que declaran que son, efectivamente, trompe-l’œil. Y que entonces no lo son.