miércoles, 24 de octubre de 2012

La otra

Peccato originale e cacciata del Paradiso terrestre
Michelangelo Buonarroti, circa 1509, Capilla Sixtina, Vaticano

Como las imágenes góticas, aquí el tiempo de la acción (a la izquierda) se mantiene en el mismo plano que el tiempo de la consecuencia (a la derecha). El pecado original, pues, y la consecuente expulsión del Edén.
A la izquierda, los cuerpos tensos por la tentación de conocer el fruto agridulce del mal y del bien. A la derecha, los cuerpos ya no son los mismos. Adán es conciente de su desnudez. Un querubín de fulgurante espada, que de ahora en más guardará el árbol de la vida, le pincha el cuello. Y Eva, de pronto vieja, se encoge de culpa.
Pero hay algo más, algo perturbador. Enroscada en el árbol de la vida, lo que debiera ser la serpiente pero que aquí es una mujer con cola de reptil. La Biblia habla claramente de la serpiente tentadora maldita por Dios. No de una mujer-reptil.
La mujer enroscada no sería otra que Lilith. Al menos eso dicen los que creen que Michelangelo Buonarroti (1475/1564) aceptaba en silencio ciertas lecturas rabínicas del Antiguo Testamento.
En el primer capítulo del Génesis, se dice: Y creó Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó (Gen, 1:27). En el segundo capítulo, se dice: De la costilla que Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la condujo delante del hombre (Gen, 2:22).
Uno podría pensar que se trata del relato de un mismo hecho desarrollado contradictoriamente dos veces. O que, en efecto, Dios amasó una mujer con la misma arcilla que Adán. Y que, más tarde, formó otra con la costilla de Adán. La primera sería Lilith y la segunda, Eva.
¿Por qué la creación de Eva, la segunda? Porque Lilith, la primera mujer, había abandonado el Edén. No soportaba que, habiendo sido creada con la misma arcilla igualitaria, Adán, monótona y obstinadamente, le exigiera ponerse encima de ella al hacer el amor. Harta, pronunció el nombre impronunciable de Yahvé y se deshizo en el viento (lil, significa “viento”, “aire”, “espíritu”). A orillas del Mar Rojo fornicó incansablemente con los demonios.
Yahvé mandó a los ángeles Snvi, Snsvi y Smnglof a traerla de nuevo al redil, pero Lilith los rechazó. El Creador comprendió entonces que no es bueno que el hombre esté solo (Gen, 2:18) y formó a Eva, la otra.
No es extraño que Lilith-serpiente, como parece haber pensado Miguel Ángel, buscara la caída de Eva, su rival.