De español y
mestiza, castiza, Miguel Cabrera, 1763,
Museo de América, Madrid
|
Estos cuerpos son
mentira. Ninguna mestiza podía llevar seda. La castiza (la niña que es hija de
ese español y esa mestiza) nos mira engreída de su buen origen. Pero ella
tampoco podía llevar ni encajes, ni aretes, que eso quedaba reservado a las
señoras blancas (es decir, españolas). El caballero sí; casaca, chupa y peluca
empolvada. Pero también miente. No tendría en público esa afabilidad con una
mujer impura de sangre. Que una cosa es ser amo y señor y muy otra mostrarlo a
las gentes.
Éste es uno de los
llamados cuadros de castas que
mandaron hacer los virreyes para que sirviesen de clasificadores en los casos
en que los tribunales reales tuvieran que vérselas con conflictos en los que
estuvieran en duda grados de mestizaje.
Las tablas de castas
(en su acepción de linajes) eran
dispositivos de diferenciación social que distribuían a los indianos donde les
correspondía. Había cierta inclinación entomológica en aquellos virreyes,
puesto que castas alude también a los
insectos sociales especializados por su función. Después de todo, muchos de
estos cuadros fueron a parar al Real Gabinete de Historia Natural de Carlos
III.
Lo cierto es que la
clasificación de los cuerpos en blancos, indios y negros dirimía cuestiones fundamentales,
tales como quién llevaba el estandarte real en las procesiones, quién podía
integrar ciertos gremios, quién se llevaba azotes en la plaza pública o, por el
mismo delito, una amonestación si el delincuente era español.
No es casualidad que
estos dispositivos raciales hayan sido ordenados hacia fines del siglo XVIII.
Para entonces la América española era una confusión de mestizaje que había que
aclarar.
Lo peor de los cuadros de castas es que discriminaban negativa pero también
positivamente. Si alguien no tenía la desgracia de tener el pellejo cobrizo
como un indio o negro como un africano, podía llamarse a sí mismo gente de razón, español dotado de
juicio. Y aun si tenía cierta coloración pálida, podía sentirse por encima del que
la tenía más oscura. Esto es, aun los mestizos discriminados defendían su
infame lugar en la escalera. La discriminación de los cuerpos y las razas también
es eso.