Le choix du silence, Leonor Fini, 1976 |
Le choix du silence, “La elección del silencio”, es el título,. Entonces es alguien que opta por el silencio. No sólo calla. Calla también el cuerpo.
En un momento de rara profundidad, Leonor Fini (Buenos Aires, 1907/París, 1996) quiso pintar el silencio. No sólo el silencio; la elección del silencio.
¿Es posible el silencio del cuerpo? No. En el Valle de la Luna se puede conocer el silencio absoluto. No hay nada, nada más que rocas muertas hace siglos. Pero no hay silencio. El corazón late, el vientre gorgotea, hay un murmullo del cuerpo.
Cuando decimos silencio, en verdad decimos silencio de la palabra. No el silencio de una hoja que cae en un bosque oscuro. Sino el silencio que se rompe para que emerja la palabra decidora. La palabra sólo es palabra en el recuerdo del silencio, dice Ivonne Bordelois.
Elegir el silencio no es fácil. El único silencio que conoce la utopía posmoderna de la comunicación –afirma André Le Breton- es el de la avería, la interrupción no querida de la transmisión. La posmodernidad no nos da lugar para la palabra interior, que es la condición para la reflexión. No hay más que la palabra de los medios, que se disuelve en la sopa de su propia saturación.
Estamos compelidos a decirlo todo, una y otra vez, repetidamente, como una ametralladora estúpida. Y no decimos nada. Elegir el silencio no es fácil porque implica alzarse contra ese orden.